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jueves, 15 de noviembre de 2012

DERECHOS DE LAS PERSONAS JÓVENES

Las personas jóvenes también tenemos derechos, los cuales muchas veces nos han sido negados. A lo largo del tiempo, se ha visto a la juventud como un grupo de población invisibilizado, sin tomar en cuenta nuestras características, necesidades, vulnerabilidades y realidades. Por esta razón, en Costa Rica se ha venido trabajando en la respuesta a esta situación, generando instrumentos de protección de los derechos de las personas jóvenes e intentando ratificar instrumentos internacionales.

1. Derechos de supervivencia: son todos los derechos que nos permiten mantenernos vivos dignamente desde que nacemos, por ejemplo: derecho a la vida, a tener un familia, a tener un nombre y que me inscriban en el registro civil, a comer bien, a que mi familia me quiera y me dé mucho amor y respeto, a poder ir al medico y que me atiendan bien y cada vez que lo necesite, a tener una nacionalidad, es decir, pertenecer a un país, etc.

2. Derechos de desarrollo: son todos aquellos derechos que nos permiten crecer y desarrollarnos sanamente y felices. Estos derechos son: derecho a la educación en las mejores condiciones posibles, derechos a practicar deportes y a tener actividades de recreación acordes con nuestra edad, derecho tener una cultura y lengua propia, a no separarnos de nuestros padres, a pensar libremente, a ser como somos sin ningún tipo de imposición, a que nos respeten nuestra personalidad y a tener las creencias que más se parezcan a cada uno de nosotros.

3. Derechos de participación: estos son los derechos que nos permiten expresarnos libremente, a recibir información adecuada para nuestro nivel de desarrollo, a opinar sobre los temas que nos interesan como niños, niñas y adolescentes, a realizar peticiones ante cualquier oficina u organismo y que nos den oportuna respuesta, a un ambiente sano, a asociarnos con otros niños, niñas, adolescentes o adultos para realizar actividades que contribuyan con nuestro propio desarrollo, para protegernos y para defender nuestros derechos.

4. Derechos de protección especial: son los derechos que prohiben cualquier tipo de maltrato o trato cruel hacia los niños, niñas y adolescentes, pero son también aquellos derechos que nos garantizan que nuestros derechos serán atenidos con prioridad en casos de desastres naturales, guerras, conflictos armados, situaciones de emergencia, etc. Estos derechos son los que permiten que cualquier niño, niñas y adolescente que haya sido maltratado o violentado en alguno de sus derechos sea protegido inmediatamente y atendido para que termine la situación que causó la violación de sus derechos.

¿Cómo defiendes tus derechos?

Para que los niños, niñas y adolescentes defiendan sus derechos, la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente creó el Sistema de Protección. Este sistema cuenta con una serie de oficinas que son las responsables de proteger y defender los derechos de todos los niños, niñas y adolescentes. 

domingo, 28 de octubre de 2012

La moral


La moral comenzó a ser enseñada en forma de preceptos prácticos, tales como las Máximas de los siete sabios de Grecia, los Versos dorados de los poetas de Grecia; o bien en forma de apólogos y alegorías hasta que se revistió con un carácter científico en las escuelas de Grecia y Roma.
Ocupa importante lugar en las enseñanzas de PitágorasSócratesPlatónAristótelesEpicuro y, sobre todo, entre los estoicos (CicerónSénecaEpictetoMarco Aurelio, etc.). Losneoplatónicos se inspiraron en Platón y los estoicos cayeron en el misticismo. Los modernos han profundizado y completado las teorías de los antiguos.


La moral es la consciencia que tiene una persona del bien y del mal por la cual se siente responsable de sus actos. La moral pertenece a nuestro mundo interior, mientras que la ética únicamente tiene que ver con la relación que los individuos deben observar con sus semejantes y está marcada por las costumbres y los usos sociales. No se puede, bajo ningún pretexto, confundir la bella moral, que es fuente de toda virtud, con la ética. La ética no es más que una caricatura de la moral, pues sólo tiene como objetivo cuidar que los componentes de una determinada sociedad no trasgredan las normas establecidas y puedan convivir según esas mismas normas.


A simple vista parece que la persona moral y virtuosa se halla muchas veces en desventaja para competir con un adversario inmoral. En una circunstancia concreta tiene más probabilidad de alcanzar un fin quien puede emplear cualquier medio, por que no tiene consciencia, que la persona virtuosa, pues ésta tiene que valerse con unos medios muy limitados. Pero si bien esto es verdad cuando consideramos un asunto aislado no es menos verdad que, con el tiempo, los inconvenientes de la virtud se compensan con las ventajas, así como las ventajas del vicio se compensan con los inconvenientes. En último término una persona espiritual y virtuosa llegará a conseguir el fin que prudentemente se proponga, y el inmoral expiará tarde o temprano sus iniquidades, encontrando la perdición en sus malos y tortuosos caminos. Lo recto y lo útil a veces parecen andar separados, pero no suelen estarlo sino por un corto recorrido. En apariencia llevan caminos opuestos y, sin embargo, el punto al que se dirigen es el mismo. Dios quiere por estos medios probar nuestra fortaleza, y el premio a nuestra constancia no siempre se hace esperar todo en la otra vida. Y aunque esto suceda alguna vez no es poca la recompensa el morir con la consciencia tranquila y sin remordimiento.



sábado, 27 de octubre de 2012

Valores De Urbanidad

Hoy en día la sociedad ha combinado a través del paso del tiempo, pero en ese cambio ha perdido ciertas costumbres y ciertos modales que ayudaban a mantener la armonía entre la gente; y hasta el momento nadie se ha preocupado por recuperar estos modales se ha perdido hasta el simple hecho de decir gracias de pedir el favor, de decir buenas tardes o buenas noches, hasta de preguntarle a los demás ¿cómo están?, Y eso no puede seguir así por que si no a donde vamos aparar; creo que es necesario cultivar la urbanidad y los valores éticos y morales en las personas en especial en los niños y en los jóvenes que serán los futuros constructores de una mejor sociedad en la cual todos seremos valorados como personas integras y seremos tomados en cuenta; así llegaremos a conseguir el respeto que es la base de toda sociedad por que los buenos modales y las buenas actitudes son el principio para construir una sociedad en paz y en valores donde todos somos iguales y tenemos derechos y deberes que los otros deben respetar de la misma manera como uno respeta a los demás; donde la sociedad se debe guiar por un conjunto de reglas que rigen el trato social y la igualdad entre las personas.
              
              "El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su verdadera imagen"

Pero la sociedad debe tener muy en cuenta que cada ser es una persona integra e individual que debe comprender y entender que la urbanidad es una ciencia y que al mismo tiempo es el arte de vivir bien y de ser dichoso en comunidad, por esta razón cada persona puede interactuar con todos lo miembros de la comunidad o sociedad en la cual vive pero debe respetar el pensamiento e ideas del los demás así el no este de acuerdo y puede defender su punto de vista sin ir a herir al otro ni a faltarle el respeto por que en una sociedad formada en la urbanidad todos tenemos derecho a tener diferentes puntos de vista.
Ahora más que nunca debemos trabajar para lograr una sociedad con una moral y una ética encaminada a hacer el bien a los demás basada en las buenas costumbres y en la autonomía del hombre, solo me resta hacer una pregunta ¿vamos a seguir dejando que la sociedad siga perdiendo sus valores éticos y morales a través del tiempo o vamos a concientizarnos desde el fondo de nuestra alma que ser amables y corteses con los demás nos lleva a un futuro donde todos seremos iguales y tendremos las mismas oportunidades así podremos decir que vivimos en una sociedad donde todos gozamos de una prosperidad plena para nosotros mismos y para las personas que aportaron algo a nuestro crecimiento como individuos integrales?

domingo, 14 de octubre de 2012

Padres Ejemplares


Padres ejemplares (La primera condición para educar correctamente)




Los niños tienden a imitar las actitudes de los adultos, en especial de los que quieren o admiran. En concreto, jamás pierden de vista a los padres, los observan de continuo, sobre todo en los primeros años. Ven también cuando no miran y escuchan incluso cuando están o parecen estar super-ocupados jugando. Poseen una especie de radar, que intercepta todos los actos y las palabras de su entorno.

    ¡Qué más quisiera yo que ser una madre ejemplar
    A mí ser madre me ha convertido en madre, pero de ahí a que me haya convertido en “ejemplar”, va un abismo. Soy más bien, “madre de andar por casa”.

    Pero vamos, que no soy la única. Miro a los matrimonios amigos y son buena gente, pero de eso a “padres ejemplares”… Son más bien, “padres de andar por casa”.

   Sólo se refiere al ejemplo de cada uno para con sus hijos. A lo mejor es que ser padres ejemplares no es ser “padres técnicamente perfectos”. A lo mejor es algo al alcance de cualquier padre de andar por casa. Conociendo a Tomás, no me extrañaría.

    Voy a seguir leyendo… muy buenas las citas. Me ha gustado eso de que la justicia sin misericordia se convierte en crueldad o también que lo que forma el carácter de un  niño o una niña es lo que aprendieron a amar y admirar de pequeños. Me da qué pensar.

    … Voy por la mitad y aún no sé cómo convertirme en madre ejemplar. Ahora encuentro unas ideas que los padres de andar por casa aplicamos sin saber que nos están convirtiendo en “ejemplares”. O sea, que no es tan difícil.

    El punto 4 se titula así: “Para ser padres ejemplares”. Y en efecto, ¡aquí lo dice! No es nada grandilocuente ni aparatoso. Parece hasta fácil y, en mi caso concreto, voy a dar más de una alegría. ¡Genial!

1. «Primum vivere…»: más enseña la vida que cualquier teoría

    Los niños tienden a imitar las actitudes de los adultos, en especial de los que quieren o admiran. En concreto, jamás pierden de vista a los padres, los observan de continuo, sobre todo en los primeros años. Ven también cuando no miran y escuchan incluso cuando están o parecen estar super-ocupados jugando. Poseen una especie de radar, que intercepta todos los actos y las palabras de su entorno.

    Por todo lo anterior, escribe Javier Salinas que educar no consiste en acumular conocimientos, sino más bien en ayudar a desarrollar armónicamente las dimensiones que cualifican a la persona. Y esto supone sobre todo la presencia eficaz de auténticos educadores: de alguien a quien imitar, con quien confrontarse, y que, por su manera de vivir, ofrezca estímulos para alcanzar la meta de la educación, que es el ejercicio de la libertad y la voluntad de comprometerse con aquello que es bueno, noble y justo.
    A lo que añade de inmediato: «Por otra parte, no hay que olvidar que la educación es fundamentalmente imitación, conocimiento de valores y repetición de aquellas formas de comportamiento que hacen excelente a la persona».

    Afirmación que se acerca bastante a lo que aseguraba John Stuart Mill: «Lo que forma el carácter no es lo que un niño o una niña pueden repetir de memoria, sino lo que ellos aprendieron a amar y admirar».

2. Coherencia eficaz…

    Además, el ejemplo posee un insustituible valor pedagógico, de incitación, de confirmación y de ánimo:

      a) No hay mejor modo de enseñar a un niño a tirarse al agua que hacerlo con él o antes que él.

      b) E igualmente a comer de todo, a poner y quitar la mesa, el lavavajillas, a ordenar su cuarto para que los demás estén más cómodos, a ir al supermercado…

      c) A mantener en el hogar un tono de corrección, en el vestir y en el hablar, pongo por caso, también para hacer más agradable la vida a los demás, que disfrutan con nuestro buen aspecto.

      d) A controlar los enfados y las rabietas, a no volcar su mal humor sobre el primero que encuentre en su camino, a estar más pendiente de sus hermanos que de sí mismo, etc.

    Todo esto lo aprenden los chicos, desde muy pronto, observando la manera cómo los padres se tratan entre sí y, derivadamente, el modo cómo tratan a los demás, incluidos ellos mismos (los hijos). Y según lo que vean, adoptarán un tenor de vida u otro: no sólo ni principalmente con sus padres, sino con todos aquellos con quienes se relacionen y, muy en particular, con sus hermanos más próximos.

    3. O ineficacia, e incluso daño

    En el extremo opuesto, junto con la falta de amor recíproco —esposo-esposa—, la incongruencia entre lo que se aconseja y lo que se vive es el mayor mal que un padre o una madre pueden infligir a sus hijos.

    Cosa que ocurre, sobre todo, a determinadas edades —la adolescencia, sin duda, pero también algunos años antes—, cuando el sentido de la “justicia” se encuentra en los chicos rígidamente asentado, sobre-desarrollado… y dispuesto a enjuiciar con excesiva dureza a los demás.

    ¡Produce pasmo ver hasta qué extremos puede ser feroz y despiadado el juicio de un crío o una cría! Y, no obstante, no debería asombrarnos. Como decía Tomás de Aquino, cuando falta la misericordia, la justicia se convierte en crueldad.

4. Para ser padres ejemplares

    Para evitar que esto pudiera suceder, o, dicho en positivo, si queremos ser unos padres ejemplares, que enseñen y arrastren, existe un precepto cuya importancia resulta imposible exagerar y al que, por eso, acudiré más de una vez.

    El mejor modo de mantener y fomentar la armonía de un hogar y el crecimiento de los hijos consiste en:

      a) Reducir cuanto se pueda el número de normas por las que se rige su conducta: «tantas como sea necesario y tan pocas como sea posible», sugiere Murphy-Witt.

      b) Hacer que esos criterios fundamentales respondan a la verdad y la bondad objetivas, a lo que en sí mismo es bueno o malo, y no a preferencias o caprichos de los cónyuges. Por consiguiente, esos preceptos han de cumplirlos tanto los padrescomo los hijos: también, para no andarme por las ramas, el empleo de la tele, del ordenador, los móviles y aparatos similares; la visión de determinados programas, el-uso-y-no-abuso de bebidas alcohólicas o de caprichos culinarios; o, con los matices imprescindibles, la hora de volver a casa y de acostarse.

      c) Lograr que en todo lo demás se respete exquisitamente la libertad y la iniciativa de los chicos —igual que, antes, las del cónyuge—, aunque el modo como actúen, siempre que sea éticamente lícito, choque frontalmente con las preferencias del padre o de la madre, que, como vengo repitiendo, no deberían contar para nada.

5. Estabilidad

    Insisto ahora en que, a pesar de lo que a veces pensemos y de lo que imponen ciertas modas ya un tanto desfasadas, los niños y adolescentes —más todavía que los adultos— necesitan de forma imperiosa unos puntos de referencia estables y sólidos. De lo contrario, se tornan inseguros, vacilantes e indecisos, además de sufrir inútilmente.

    Establecer esos hitos es tarea de los padres, que siempre deben determinarlos en función de la realidad: del bien y de la verdad objetivos, de lo que redunda en real beneficio de todos, porque les enseña a amar mejor, estando más atentos al bien de los demás que al propio.

    De lo contrario, según recuerda Murphy-Witt, las presuntas normas fluirán continuamente, al vaivén del humor y de la mejor o peor forma en que se encuentren los padres. Y los niños nunca sabrán a qué atenerse: en lugar de contar con criterios objetivos de conducta, se verán sometidos al antojo de los adultos.



sábado, 13 de octubre de 2012

El respeto hacia los padres


Partiendo de que respetar es tratar a alguien con la debida consideración, en ocasiones la forma en que tratamos a nuestros hijos no corresponde al respeto con el que tratamos a los adultos. 

Erróneamente se puede pensar que por ser niños o jóvenes tienen pocos o menos sentimientos que los adultos. Otras veces aunque no se piense así, se actúa como si a menor edad correspondiera menor dignidad y sentimientos.

Como padres esperamos que nuestros hijos nos respeten y sepan respetar a los demás, sin embargo, ¿los respetamos nosotros a ellos en la misma medida?

Es importante tratar a nuestros hijos con la debida consideración y respeto si queremos llevar a cabo una acción educativa eficaz y una convivencia armoniosa, pues de lo contrario, a medida que crecen será más difícil.

Algo muy importante a tener en cuenta es que nuestros hijos tienen sentimientos y reacciones que dependen en gran medida de nuestra actitud hacia ellos.

Cuando les hablamos con altivez, los avergonzamos en privado o en público, o los atropellamos con órdenes incomprensibles para ellos, empezamos a levantar barreras que dificultan la relación. El respeto hacia nuestros hijos

Por el contrario, cuando los tratamos con el mismo respeto que a cualquier persona, los hacemos sentir tan importantes como un adulto, dignos de la misma consideración y establecemos una buena comunicación con ellos.

“El respeto que les tenemos a los hijos, se manifiesta en la calidad del trato que les otorgamos y en la atención que ponemos en tratar de no invadir sin permiso sus espacios de autonomía”. 

Las dos grandes razones que justifican la necesidad de dar a los hijos un trato basado en el respeto son:

1. Los niños tienen sentimientos igual o más intensos que nosotros. 

Los niños responden a los estímulos que reciben. Cuando se les otorga un trato considerado, reaccionan con actitudes positivas de colaboración. Cuando reciben un trato irrespetuoso o desconsiderado, terminan asumiendo conductas negativas, irrespetuosas y hasta agresivas.

Una frase amable para pedirles algo, les anima a colaborar. Lo contrario sucede con una orden autoritaria y llena de reproches, pues al sentirse maltratados, probablemente tengan ganas de desobedecer.

2. Los niños aprenden a relacionarse y a comportarse por imitación y por contagio.

Los niños absorben o aprenden de las ideas, actitudes y sentimientos que les rodean. Si han recibido un trato respetuoso y considerado de parte de sus padres, eso imitarán. Pero si en su casa ha imperado un ambiente de falta de respeto, desconsideración y autoritarismo ¿qué forma de relacionarse habrán aprendido?

Hablar de respeto y consideración, no significa ceder antes las exigencias de los hijos, o nunca contrariarlos. Solamente que no es lo mismo insultar, maltratar o avergonzar que amonestar, orientar e informar.

Tengamos presente que las palabras son una valiosa herramienta para transmitir a los hijos sentimientos de aceptación y de respeto.
Cabe recordar que honrar a los padres es una obligación mutua. Es decir, los niños deben respetar a sus 
progenitores, pero éstos a su vez están comprometidos a crear un clima adecuado para esto. Un padre no puede hostigar a su hijo más de la cuenta, porque ello dificulta a éste respetarlo. Es preferible comportarse con indulgencia y hasta de vez en cuando pasar por alto alguna falta, como está escrito en el Shulján Aruj:

"Un padre no puede recargar el yugo de su hijo, ni exigir minuciosamente que lo respete, porque puede provocarle pecados respecto al precepto de honrarlo; sino es preferible que lo perdone y obvie parte de sus faltas. Ya que el padre puede (por halajá) no darle suma importancia a su honor. Como está escrito: "Un padre que cede parte de su honor, su honor se considera cedido".

Reconocer las bondades

La esencia de la mitzvá de honrar a los padres es reconocer las bondades que éstos le confirieron. Para el niño es un reconocimiento que siente hacia sus padres por haberlo traído al mundo, por quererlo, por preocuparse por él y por todo lo que sacrifican por su educación. En otras palabras, el niño necesita reconocer el bien que sus padres le otorgan para llegar a respetarlos debidamente. Mediante este camino llegará a reconocer los favores del Creador.
Debe (el niño) brindarles todo el honor y beneficio que pueda, porque ellos lo han traído al mundo, y también se esforzaron enormemente durante su infancia. Cuando llegue a fijar este proceder en su alma, llegará a reconocer los favores de Dios, que es su razón y la de sus antepasados comenzando desde el primer hombre.
Enseñándole a reconocer los favores otorgados por sus padres, no sólo le estamos inculcando el fundamento de honrar a sus progenitores, sino también el de amar al Creador, que es el eje de la fe. Por eso en los libros de ética judía está tan enfatizada la cualidad de reconocer el bien. Con esto agregamos peso a la obligación de los padres de acostumbrar a sus hijos a honrarlos.

Obviamente, el tipo de relación entre ambos cónyuges actúa como modelo de mutación. El marido y su mujer deben dirigirse entre sí con respeto; este es un precepto por sí mismo y esta actitud fija el tipo de relación dentro de la familia. Observaciones punzantes, críticas, gritos, diversión a costa del otro, falta de paciencia para escuchar y otro tipo de desprecios generalmente se ven reflejados en la conducta de sus hijos. Los niños "observan todo" y aprenden mediante la emulación. Es preferible mostrarles un ejemplo digno por seguir.